08 enero 2017

LA BICHA DE BALAZOTE

Por Carmen Lacasa Esteban. 

Desde pequeña siempre había escuchado en casa a mi madre, y al resto de mi familia materna, decir aquello de “es más feo que la bicha de Balazote” y, si soy sincera, no sabía a ciencia cierta a qué se referían. Cuando crecí y estudié un poco descubrí que la tal “bicha” es una de las piezas escultóricas más importantes de la cultura ibérica, a la que tuve el enorme placer de conocer hace poco en el Museo Arqueológico Nacional en Madrid, el MAN.

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Datada entre finales del siglo siglo VI a.C. y principios del siglo V a.C., su finalidad era, seguramente, la de proteger y guardar un monumento funerario, del que formaría parte. El nombre con el que es conocida, “bicha” es una castellanización del francés biche, que significa cierva, ya que los primeros arqueólogos que la estudiaron fueron franceses y la identificaron como tal.


Fuente: © Carmen Lacasa Esteban
Sin casi detalles del descubrimiento de esta escultura, se sabe que se encontró en el paraje de los Majuelos, cerca del casco urbano de la población, que fue donada en un principio a la Comisión Provincial de Monumentos de Albacete y que en el año 1910 pasó a ser una pieza del Museo Arqueológico Nacional, donde se exhibe en la actualidad.
Excavaciones posteriores en la misma zona descubrieron un túmulo (1) ibérico, al que probablemente pertenecería esta escultura. Al no tener referencias del hallazgo de esta figura en su entorno, no se puede determinar la ubicación exacta en el túmulo, pero sí se pueden verificar ciertos aspectos, como que su parte posterior estaría adosada al edificio, y que sobresaldría la parte anterior, la correspondiente a los cuartos delanteros. Esto se deduce del diferente tipo de ejecución de la obra: la parte delantera está realizada como bulto redondo (2), mientras que la trasera está realizada como altorrelieve (3).
 
Algo similar a como debió estar también ubicada la Esfinge del Salobral, de la que se ajunta la siguiente imagen:
 

Fuente: Museo Arqueológico Nacional. Fotografía: © Carmen Lacasa Esteban

En cuanto a su descripción física no es una cierva como se pensó inicialmente, sino un toro androcéfalo, es decir un toro con cabeza humana, que está recostado y tiene la cola enroscada sobre los cuartos traseros. El material sobre el que se realizó es piedra caliza. La cabeza no mira al frente, sino que está vuelta, y representa a un hombre con cabellos largos y flequillo, barba y bigote. Destacan los pómulos prominentes, la boca pequeña y los ojos grandes, que marcan los párpados y los lacrimales. Debió tener cuernos de toro, pero tan solo se conservan los arranques, debajo de los cuales están las orejas. El cuerpo se identifica como el de un bóvido por las pezuñas, el marcado hueso de la cadera y la cola.
En cuanto al estilo, se trata de arte ibérico, con influencia griega impregnada de sustrato oriental (4), siendo identificado iconográficamente con la representación de Aqueloo, una divinidad griega de carácter fluvial.
Fuente: Santiago Relanzón, catálogo del Museo Arqueológico Nacional

En la mitología griega, los toros androcéfalos personificaban a Aqueloo, que era el dios del río del mismo nombre que desembocaba en el mar Jónico por Ítaca. Era hijo de los dioses Océano y Gea (o Tetis, la tierra) y considerado dios del río y gobernante de todos los peces y tritones que lo habitaban. Transformado en toro, luchó contra Hércules por el amor de Deianira, perdiendo un cuerno; de este cuerno brotó agua y las ninfas lo convirtieron en el cuerno de la abundancia, colmándolo de frutas y flores.
En mitologías más orientales, los toros con cabeza de hombre aparecen como genios vigilantes en las puertas de los palacios y en Etruria (5) las representaciones de Aqueloo se asocian a la función de guardianes de tumbas. Es esta función la más probable en este caso, la  de ahuyentar las influencias maléficas de los muertos, lo que puede explicar su pose vigilante. La forma híbrida los convertía en seres ambiguos, de este mundo o del más allá, e inspiraban respeto.
La Bicha de Balazote, así como el resto de esculturas de esta época, es una muestra de la mezcla de estas dos culturas antiguas. Por un lado, se mantuvo la forma de toro androcéfalo pero, por otro, se le atribuyó la función de protector de túmulos.
Dónde estuvo exactamente dentro del edificio funerario, a quién estaba destinado y cuál era su función son cuestiones que no se han resuelto del todo y que, quizá, nunca se solucionen. Lo único que sí parece cierto es que su descubrimiento debió impactar de una manera tan extraordinaria en la zona, que la población comenzó a utilizar esta interesante figura como objeto de comparación con la fealdad.
 
Notas:
(1) Túmulo: Montículo artificial de tierra y de piedra que generalmente contiene una sepultura.
(2) Bulto redondo: La escultura de bulto redondo es aquella obra aislada visible desde todos los ángulos y que puede ser rodeada por el espectador. La escultura de bulto redondo se denomina también exenta. Por su parte, el medio bulto es un bajo o medio relieve.
(3) Altorrelieve: En escultura, aquella figura, ornamento o composición que resalte del fondo más de la mitad de su bulto.
(4) Tal como consta en la ficha del Museo Arqueológico de Madrid.
(5) Etruria: antigua región histórica situada en el centro de Italia, entre Toscana, Lacio y Umbría.
Más información:
Sobre términos artísticos:
Sobre la Bicha de Balazote:
 
 
 

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